¿Cuántas han sido las veces que hemos pensado que estamos tomando un camino equivocado, que estamos yendo por el camino doloroso, complejo y poco gratificante? La mayoría de personas hemos experimentado la sensación de estar confundidas o que no tiene sentido ninguno lo que estamos haciendo, pero que al mismo tiempo hemos estado regalando nuestro tiempo e ilusión a cualquier idea, concepto o ilusión. En resumen “perdernos para encontrarnos, con alguna persona para obtener aquella ilusión deseada”
La mayoría de personas siempre buscan los 2 mismos objetivos: evitar el dolor y conseguir el placer. Pero, si observamos y analizamos bien estos dos objetivos ¿alguna vez has podido obtener plenamente un placer sin que te traiga dolor? Hay veces que deseamos tanto algo, que estamos dispuestos a sufrir por ello y centrarnos plenamente en esa persona.
Muchas veces, la mejor manera de encontrarse a uno mismo es perdiéndose, conseguir liberarse de todas ataduras que nos anclan a la ansiedad y al estrés para salir fortalecidos. Las crisis de la vida, aun que al principio parezcan duras, a la larga suponen un gran crecimiento personal, lo único que tenemos y que es para toda la vida es la relación de uno mismo, es decir, la relación con nosotros mismos, por lo tanto, es necesario quererse, aceptarse, conocerse, y nunca perder nuestro centro.
En la vida nos han enseñado e inculcado que pensar en uno mismo es egoísta, pero en realidad no lo es. Lo que es egoísta es entregarse y dar todo de ti a otras personas y olvidarte de ti por completo, puesto que si te vacías no tendrás nada para poder entregar a los demás.
Es de sabios reconocer todos los errores que has cometido, y es que todas las experiencias sirven para aprender y crecer como persona. Perderse para encontrarse es una manera de poder crecer y de vivir todo tipo de experiencias que nos ayudaran, de una manera u otra, a evolucionar como persona.
Una de las cosas que hacemos los humanos es aparcarse a uno mismo para darse a los demás, ya sea para entregarse a nuestra pareja, a nuestros hijos, a los amigos, al trabajo, etc. Pero tenemos que pensar y ser conscientes de que esta entrega tan excesiva a la larga puede traer bastantes consecuencias. Por lo tanto, debemos de queremos más, ya que, si no nos queremos a nosotros mismos, es imposible poder querer a otras personas.
De este modo hay que empezar a hacer lo que uno mismo desea y no lo que los demás desean, empezar a hacer las cosas bien y todas aquellas que nos satisfacen, a llenar nuestros vacíos con nuevas experiencias y buenos momentos, a rodearnos de personas positivas que nos valoren, y, sobre todo, a querernos.
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